Repasamos la evolución de las deudas provinciales durante los últimos treinta años. Pretendemos destacar ejes fundamentales para comprender las causas y consecuencias de los endeudamientos.

Los orígenes de las deudas provinciales

El problema del endeudamiento provincial como lo conocemos hoy tiene su origen en la imposición del neoliberalismo en el país. Durante la dictadura cívico-militar de 1976-1983 primero, y durante el menemismo después, se transfirieron a las provincias las responsabilidades de la salud y la educación no universitaria sin los recursos necesarios para afrontarlas. Como consecuencia, y más allá de mejores o peores administraciones, las provincias argentinas fueron empujadas a crecientes déficits fiscales que debieron cubrir con recortes presupuestarios, con deuda pública o con ambos. Esta situación es la que desde el Centro de Investigaciones en Economía Crítica denominamos como “déficit estructural” de las provincias.

Un agravante se da por las grandes inequidades territoriales que genera en nuestro país, no sólo por las desiguales matrices productivas existentes antes de estas transferencias sino también por el actual mecanismo de distribución de fondos públicos cuya recaudación se ha ido concentrando en la Nación desde principios del siglo XX. La coparticipación federal de impuestos, que representa un porcentaje importante de los recursos con que cuentan las provincias en su conjunto, carece totalmente de criterios poblacionales o socioeconómicos para determinar la participación de cada jurisdicción. Por ende, algunas se ven relativamente beneficiadas y otras perjudicadas independientemente de sus necesidades, profundizando las asimetrías.

Asimismo, cabe destacar que las actividades transferidas a las provincias sin los recursos respectivos se vinculan estrechamente con la sostenibilidad de la vida, aspectos cubiertos principalmente por mujeres tanto en el ámbito doméstico (consúltense las Encuestas de Uso del Tiempo si la sola experiencia no basta) como en el ámbito del mercado de trabajo (son mayoritariamente mujeres las trabajadoras de la educación y de la salud). Consecuentemente, urge destacar el fuerte sesgo regresivo en términos de género de estas políticas, y ello en dos sentidos. Por un lado, cuando una provincia no posee los recursos necesarios para garantizar estos derechos y recorta el presupuesto en dichas áreas perjudica a las trabajadoras que allí se desempeñan, ya que los salarios son la principal variable de ajuste por ser actividades trabajo-intensivas. Por otro lado, cuando producto de estos recortes el Estado deja de prestar ciertos servicios o deteriora su calidad, los mismos recaen en la esfera privada y son principalmente mujeres quienes deben incrementar sus labores de cuidado frente al retroceso estatal. Por ello las denominadas “políticas de ajuste” se sostienen en un doble perjuicio sobre las mujeres e identidades feminizadas.

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